¿Tentados a
repetir la historia?
El 27 de enero los peruanos
estuvimos atentos al fallo de la Corte de la Haya con respecto al diferendo
marítimo entre Perú y Chile. Luego de la lectura, la mayoría de los peruanos
mostraron su alegría por recuperar 50 mil Km2 del mar de Grau; mientras tanto, otro grupo
sostuvo que solo se ganó agua salada y que realmente se había perdido los
recursos marinos que se encuentran dentro de las 80 millas marinas que la Corte
reconoció como soberanía chilena. Con el
resultado final del fallo no podemos decir que ganamos o que Chile una vez más
salió triunfante sino que como lo diría Manuel González Prada “los verdaderos
vencedores, las armas del enemigo, fueron nuestra ignorancia i nuestro espíritu
de servidumbre” y en pleno siglo XXI la historia vuelve a repetirse
vergonzosamente con los argumentos que les dimos a la Corte para que fallara en
favor de Chile.
Hace 131 años que el Perú y
Chile firmaron el Tratado de Ancón
(1883) el cual restableció la paz entre los dos países luego de la Guerra del
Pacífico. Este documento sostenía en su artículo tercero que las provincias de
Tacna y Arica continuarían en el poder de Chile durante el término de diez años desde la ratificación del tratado y que
finalizado el plazo se realizaría un plebiscito por el cual las provincias
decidirían a qué país pertenecer. Los hechos históricos lo dicen claramente:
Chile no cumplió con el acuerdo en su momento
y después de 46 años en 1929 se firmó el Tratado de Lima en el que el
Perú aceptaba en el artículo segundo que Arica pertenecía a los chilenos. Para
ese entonces muchos, como ahora, pensaron que habíamos ganado porque
recuperamos Tacna. Este hecho solo ratifica la aguda mirada que tuviera el
ensayista con respecto a nuestros políticos y gobernantes que nuestra
ignorancia y nuestro espíritu servil se movía al son de los pedidos y deseos
chilenos. No se levantó la voz de protesta como lo reclamara el literato
“Cuando tengamos pueblo sin espíritu de servidumbre, i militares i políticos a
l'altura del siglo, recuperaremos Arica i Tacna, i entonces i sólo entonces
marcharemos sobre Iquique i Tarapacá, daremos el golpe decisivo, primero i
último.”
Ahora se repite la historia pues
por amor a la paz seguramente nuestros políticos cederán el triángulo
terrestre que se ha formado a partir
del Hito 1 y el punto La Concordia que ahora Chile lo reclama como suyo. Cuán
decepcionado se sentiría de los jóvenes que él mismo defendió pensando que
realizarían un mejor trabajo en defensa legítima de los intereses del Perú.
Habiendo vivido experiencias
decepcionantes con el vecino país sureño como la estrategia de involucrar al
Perú en la guerra que tenía Chile con Bolivia, el incumplimiento del Tratado de
Ancón y la demora del plebiscito para adueñarse de Arica, los gobernantes
peruanos no aprendieron de estos sucesos
y confiaron en la buena voluntad del país del sur. No fue una candidez por
parte del gobierno peruano firmar en Lima el Convenio sobre Zona Especial
Fronteriza Marítima en la que como dice el primer párrafo del Considerando:
“Que la experiencia ha demostrado que debido a las dificultades que encuentran
las embarcaciones de poco porte tripuladas por gente de mar con escasos
conocimientos de náutica o que carecen de los instrumentos necesarios para
determinar con exactitud su posición en alta mar, se producen con frecuencia,
de modo inocente y accidental, violaciones de la frontera marítima entre los
Estados vecinos…” sino una irresponsabilidad o lo diría nuevamente en palabras
del ensayista “ Sin especialistas, o más bien dicho, con aficionados que
presumían de omniscientes, vivimos de ensayo en ensayo: ensayos de aficionados
en Diplomacia, ensayos de aficionados en Economía Política, ensayos de
aficionados en Lejislación i hasta ensayos de aficionados en Tácticas i
Estratejias”. ¿Puede acaso afirmarse que
el Perú no tenía frontera marítima cuando nuestros representantes firmaron un
documento en el que mencionan de manera literal y categórica acerca de las
violaciones de la frontera marítima entre los Estados vecinos? Sin lugar a
dudas nosotros le dimos los argumentos a la Corte para decir que en la práctica
nuestro país reconocía la frontera marítima establecida en la Declaración de
Santiago de 1952 cuando menciona los paralelos de manera general.
A todo esto se sumó la desidia por
no reclamar reiteradas veces en los
organismos internacionales por la
prepotencia de Chile al usurpar nuestro mar y más aún no hacer presencia
con embarcaciones peruanas en las 200 millas
frente a las costas de Tacna y Moquegua. Bien lo dijo la Corte nosotros
con “nuestras costumbres y acciones ratificamos los límites y los acuerdos que
se encontraban implícitos”. En la
práctica hicimos todo para perder la causa justa ante la Haya de la línea
equidistante partiendo desde el punto de la Concordia en proyección a las 200
millas.
Ha transcurrido 131 años desde que
Manuel González Prada dijera su discurso en el Politeama y han pasado cuatro
generaciones de peruanos que debían haberse despojado de la ignorancia y del
espíritu de servidumbre. Tal vez la representación peruana ante la Haya fue la
idónea e hizo su mejor esfuerzo ante tanta incongruencia del pasado; pero ahora
falta establecer definitivamente las coordenadas que nos alejará de incurrir en
una nueva candidez con respecto a Chile y defender lo que dicen los documentos
con respecto al hito Concordia. Esta generación tiene el desafío de no
mostrarse indiferente ante las posibles concesiones de tiempo que quiere
brindar el gobierno peruano para que se ejecute el fallo de la Corte. Es
nuestra voz la que se debe alzar en las calles y en las redes sociales pues no
somos una generación que “escucha y calla” sino una que tiene la
responsabilidad de recuperar en los hechos una parte de lo que nos dejamos
quitar por no haberla poseído de tal manera que la historia no se repita para no perder el mar de Grau.