miércoles, 20 de mayo de 2015

Texto argumentativo

¿Tentados a repetir la historia?

El 27 de enero los peruanos estuvimos atentos al fallo de la Corte de la Haya con respecto al diferendo marítimo entre Perú y Chile. Luego de la lectura, la mayoría de los peruanos mostraron su alegría por recuperar 50 mil Km2 del  mar de Grau; mientras tanto, otro grupo sostuvo que solo se ganó agua salada y que realmente se había perdido los recursos marinos que se encuentran dentro de las 80 millas marinas que la Corte reconoció como soberanía chilena.  Con el resultado final del fallo no podemos decir que ganamos o que Chile una vez más salió triunfante sino que como lo diría Manuel González Prada “los verdaderos vencedores, las armas del enemigo, fueron nuestra ignorancia i nuestro espíritu de servidumbre” y en pleno siglo XXI la historia vuelve a repetirse vergonzosamente con los argumentos que les dimos a la Corte para que fallara en favor de Chile.

Hace 131 años que el Perú y Chile  firmaron el Tratado de Ancón (1883) el cual restableció la paz entre los dos países luego de la Guerra del Pacífico. Este documento sostenía en su artículo tercero que las provincias de Tacna y Arica continuarían en el poder de Chile durante el término de diez  años desde la ratificación del tratado y que finalizado el plazo se realizaría un plebiscito por el cual las provincias decidirían a qué país pertenecer. Los hechos históricos lo dicen claramente: Chile no cumplió con el acuerdo en su momento  y después de 46 años en 1929 se firmó el Tratado de Lima en el que el Perú aceptaba en el artículo segundo que Arica pertenecía a los chilenos. Para ese entonces muchos, como ahora, pensaron que habíamos ganado porque recuperamos Tacna. Este hecho solo ratifica la aguda mirada que tuviera el ensayista con respecto a nuestros políticos y gobernantes que nuestra ignorancia y nuestro espíritu servil se movía al son de los pedidos y deseos chilenos. No se levantó la voz de protesta como lo reclamara el literato “Cuando tengamos pueblo sin espíritu de servidumbre, i militares i políticos a l'altura del siglo, recuperaremos Arica i Tacna, i entonces i sólo entonces marcharemos sobre Iquique i Tarapacá, daremos el golpe decisivo, primero i último.”
Ahora se repite la historia pues por amor a la paz seguramente nuestros políticos cederán el triángulo terrestre   que se ha formado a partir del Hito 1 y el punto La Concordia que ahora Chile lo reclama como suyo. Cuán decepcionado se sentiría de los jóvenes que él mismo defendió pensando que realizarían un mejor trabajo en defensa legítima de los intereses del Perú.

Habiendo vivido experiencias decepcionantes con el vecino país sureño como la estrategia de involucrar al Perú en la guerra que tenía Chile con Bolivia, el incumplimiento del Tratado de Ancón y la demora del plebiscito para adueñarse de Arica, los gobernantes peruanos no aprendieron  de estos sucesos y confiaron en la buena voluntad del país del sur. No fue una candidez por parte del gobierno peruano firmar en Lima el Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima en la que como dice el primer párrafo del Considerando: “Que la experiencia ha demostrado que debido a las dificultades que encuentran las embarcaciones de poco porte tripuladas por gente de mar con escasos conocimientos de náutica o que carecen de los instrumentos necesarios para determinar con exactitud su posición en alta mar, se producen con frecuencia, de modo inocente y accidental, violaciones de la frontera marítima entre los Estados vecinos…” sino una irresponsabilidad o lo diría nuevamente en palabras del ensayista “ Sin especialistas, o más bien dicho, con aficionados que presumían de omniscientes, vivimos de ensayo en ensayo: ensayos de aficionados en Diplomacia, ensayos de aficionados en Economía Política, ensayos de aficionados en Lejislación i hasta ensayos de aficionados en Tácticas i Estratejias”.   ¿Puede acaso afirmarse que el Perú no tenía frontera marítima cuando nuestros representantes firmaron un documento en el que mencionan de manera literal y categórica acerca de las violaciones de la frontera marítima entre los Estados vecinos? Sin lugar a dudas nosotros le dimos los argumentos a la Corte para decir que en la práctica nuestro país reconocía la frontera marítima establecida en la Declaración de Santiago de 1952 cuando menciona los paralelos de manera general.

A todo esto se sumó la desidia por no reclamar reiteradas veces  en los organismos internacionales por la  prepotencia de Chile al usurpar nuestro mar y más aún no hacer presencia con embarcaciones peruanas en las 200 millas  frente a las costas de Tacna y Moquegua. Bien lo dijo la Corte nosotros con “nuestras costumbres y acciones ratificamos los límites y los acuerdos que se encontraban implícitos”.  En la práctica hicimos todo para perder la causa justa ante la Haya de la línea equidistante partiendo desde el punto de la Concordia en proyección a las 200 millas.


Ha transcurrido 131 años desde que Manuel González Prada dijera su discurso en el Politeama y han pasado cuatro generaciones de peruanos que debían haberse despojado de la ignorancia y del espíritu de servidumbre. Tal vez la representación peruana ante la Haya fue la idónea e hizo su mejor esfuerzo ante tanta incongruencia del pasado; pero ahora falta establecer definitivamente las coordenadas que nos alejará de incurrir en una nueva candidez con respecto a Chile y defender lo que dicen los documentos con respecto al hito Concordia. Esta generación tiene el desafío de no mostrarse indiferente ante las posibles concesiones de tiempo que quiere brindar el gobierno peruano para que se ejecute el fallo de la Corte. Es nuestra voz la que se debe alzar en las calles y en las redes sociales pues no somos una generación que “escucha y calla” sino una que tiene la responsabilidad de recuperar en los hechos una parte de lo que nos dejamos quitar por no haberla poseído de tal manera que la historia no se repita   para no perder  el mar de Grau.